30/7/08

30/08/2008 (02:14 – 02:34) - EXPLOSION DE SENTIMIENTOS


Todo vuelve. Los sentimientos que uno creía perdidos en lo más lejano del alma pueden volver sin uno darse cuenta. Cuando uno creía tener guardados con llave, código secreto y en cámara acorazada unos sentimientos de pronto llega una bomba que hace explotar todo esto por los aires. Y entonces los sentimientos vuelven a salir a la luz. Vuelven a nacer en el mismísimo corazón. Y lo peor de esta explosión es que si uno no la tenía prevista, si viene sin avisar, puede hacer mucho daño. Por muy buenos que sean los sentimientos. Y es que lo que me hace de nuevo escribir tras muchos meses de sequia es que mi corazón ha sufrido un atentado.

Los sentimientos que han renacido de sus cenizas son sentimientos bellos: enamoramiento, cariño, alegría… Pero como el ave fénix, estos sentimientos son de fuego, y jugar con ellos puede provocar quemaduras. No sé de momento de que grado son estas quemaduras, lo que único que sé es que las sufro. Y todo por querer ser yo mismo, por mostrar los sentimientos, por permitir que terminasen de salir a la luz ya que mi corazón había explotado.

No me puedo quitar de la cabeza la idea de si el ser sincero respecto a tus sentimientos hacia otra persona puede llegar a ser perjudicial. Quizá lo entiendo pero no comprendo porque puede no ser beneficioso. Yo siempre he pensado que no hay nada más valioso que las personas muestren con sinceridad lo que sienten, sin miedos, sin tapujos, puesto que para mí son una de las válvulas que hacen funcionar el motor de nuestra alma, de nuestra vida.

La explosión de sentimientos ha venido provocada de nuevo por una persona que he conocido recientemente. Y esta vez no es como en alguna otra anterior, que asociaba sentimientos por un deseo irrefrenable de sentir eso. No. Esta vez los sentimientos son ciertos y sinceros. Y los reconozco porque tras 2 días de reflexión me he dado cuenta que son como los recordaba. Son iguales que aquel bonito recuerdo que ya viví en tan solo tres ocasiones. Es ese sentimiento de sentirte identificado con la otra persona. De sentir admiración por esa persona. De sentir una confianza extraña a pesar de casi no conocerla.

Ahora la situación es que esa persona sabe lo que yo siento, pero no se lo que ella siente. Creo, o mejor dicho quiero, imaginármelo. Pero en los sentimientos uno no puede manejarse con imaginaciones o creencias. Hay que manejarse con certezas. Y estas certezas se consiguen con gestos, actuaciones, momentos, pero siempre acompañados de unas palabras. Unas palabras que certifiquen lo que la otra persona cree o imagina. Porque si no vivirá en una ilusión continuada de sentimientos que le pueden llevar a demasiados errores. Y esos errores pueden hacer demasiado daño.

Y llegados al punto en el que me encuentro, yo habiendo demostrado y dicho mis sentimientos y no conociendo con exactitud los de la otra persona, ¿Qué puedo hacer? ¿Esperar quizá? ¿Seguir intentando que el barco en el que me he montado zarpe de una vez por todas? La primera opción me disgusta y me perjudica porque puede hacerme mucho daño. La segunda es la que menos me disgusta pero podría perjudicarme porque podría disgustar a la otra persona. Así que ninguna me aporta un beneficio seguro. Tengo que arriesgarme a tomar una decisión con una alta posibilidad de perdidas. Tengo que eliminar una y mi razón está demasiado indecisa porque el corazón está mostrando todas sus cartas. Quizá la solución este en el punto medio, pero desconozco cuál es ese punto medio. Lo mejor que puedo hacer es arriesgarme a tomar una decisión pero, ante todo, TOMAR ESTA DECISION CON TOTAL SEGURIDAD.