Un bolso, una chaqueta, un pantalón, unos zapatos, una camiseta de rayas. Un color de pelo, un peinado, una figura definida y concreta. Unos ojos, unos labios, una cara. Una mirada, un abrazo, un gesto. Hasta un beso. Si, incluso ese beso que nunca existió. Una gran diversidad de objetos, formas, colores y acciones se ven influenciados por un sentimiento que me hacen recordarla. Por mucho que intento reducir el recuerdo este está acribillando mi corazón, por si todavía no estaba muerto después de haberse roto en mil trocitos.
Se me corta la respiración y mi rostro muestra tristeza. Mis ojos están a punto de dejar caer una lágrima pero no lo consiguen. Y es que no puedo evitar que mi rostro y mi cuerpo muestren más que lo que siento, que es que mi corazón se ha roto en trocitos y se tiene que volver a reconstruir.
Pero estos trocitos se reconstruyen con los recuerdos, que por otra parte no quiero que pasen al olvido completamente. No lo quiero porque hay recuerdos felices, recuerdos bonitos y llenos de emotividad positiva. Como “nuestro concierto”. Hoy estaba en otro y no hacía más que recordar lo lleno de felicidad que me llegue a sentir en aquellos momentos, tan solo viéndola disfrutar. No puedo negarme que ese disfrute me llenó y ha sido uno de los momentos más especiales que he podido tener junto a ella. O como aquel momento de la graduación cuando agradeció ante 300 personas mi labor en el evento. O como el momento en el que le dije lo que sentía. O como cuando se le cayeron las lágrimas porque mi “despedida” estaba cercana. O como aquella tarde de agosto que pase con ella en la playa. Se me ponen los pelos de punta en este mismo instante tan solo de recordar esos momentos en los que me sentí feliz compartiendo con ella esos trocitos de mi vida. ESTOS RECUERDOS NO SE BORRARÁN NUNCA DE MI MEMORIA PORQUE SE HAN GRABADO A FUEGO EN MI CORAZÓN.
Ante todo esto que siento solo tengo claro una cosa, ínfima pero lo suficientemente clara como para darme fuerzas. Sé que no me voy a quedar caído en el camino esperando a que alguien venga en mi ayuda. Todo lo contrario, yo me levantaré, como ya he hecho otras veces. Y de hecho creo que he comenzado a hacerlo, porque no me he negado el disfrutar durante mis dos días en Barcelona. ME LEVANTARÉ PARA VOLVER A CAMINAR, aunque sea durante un tiempo más despacio y teniendo en cuenta las heridas de mi corazón, EN EL CAMINO DE LA FELICIDAD.
Se me corta la respiración y mi rostro muestra tristeza. Mis ojos están a punto de dejar caer una lágrima pero no lo consiguen. Y es que no puedo evitar que mi rostro y mi cuerpo muestren más que lo que siento, que es que mi corazón se ha roto en trocitos y se tiene que volver a reconstruir.
Pero estos trocitos se reconstruyen con los recuerdos, que por otra parte no quiero que pasen al olvido completamente. No lo quiero porque hay recuerdos felices, recuerdos bonitos y llenos de emotividad positiva. Como “nuestro concierto”. Hoy estaba en otro y no hacía más que recordar lo lleno de felicidad que me llegue a sentir en aquellos momentos, tan solo viéndola disfrutar. No puedo negarme que ese disfrute me llenó y ha sido uno de los momentos más especiales que he podido tener junto a ella. O como aquel momento de la graduación cuando agradeció ante 300 personas mi labor en el evento. O como el momento en el que le dije lo que sentía. O como cuando se le cayeron las lágrimas porque mi “despedida” estaba cercana. O como aquella tarde de agosto que pase con ella en la playa. Se me ponen los pelos de punta en este mismo instante tan solo de recordar esos momentos en los que me sentí feliz compartiendo con ella esos trocitos de mi vida. ESTOS RECUERDOS NO SE BORRARÁN NUNCA DE MI MEMORIA PORQUE SE HAN GRABADO A FUEGO EN MI CORAZÓN.
Ante todo esto que siento solo tengo claro una cosa, ínfima pero lo suficientemente clara como para darme fuerzas. Sé que no me voy a quedar caído en el camino esperando a que alguien venga en mi ayuda. Todo lo contrario, yo me levantaré, como ya he hecho otras veces. Y de hecho creo que he comenzado a hacerlo, porque no me he negado el disfrutar durante mis dos días en Barcelona. ME LEVANTARÉ PARA VOLVER A CAMINAR, aunque sea durante un tiempo más despacio y teniendo en cuenta las heridas de mi corazón, EN EL CAMINO DE LA FELICIDAD.